miércoles, 11 de noviembre de 2009

Samuel manos de soplete


Todo comenzó una fría noche de invierno, el 9 de diciembre para ser exactos, su nombre era Tomas Hodrow, hijo de John Hodrow y Jennifer Stulinski, vivían en un pueblecito pintoresco en una gran mansión tétrica en una colina elevada, de donde se veía todo el pueblo, un día caluroso de agosto como suele pasar al llegar a la vejez, John y Jennifer Hodrow fallecieron lógicamente, para ser exactos a la edad de 89 años un caluroso 7 de agosto. De cuando entonces, lógicamente Tomas ya había vivido de esos 89 años de sus padres unos 40 veranos, y su gran obsesión no era ni mucho menos las mujeres, no señor, el tenia otros intereses más inmediatos, y no amigos, no nos referimos a hombres, pues el si algo no era es precisamente eso, sociable, sino a que me iba a referir, paso sus 40 años en aquella mansión si mas relación que un árbol que llegaba desde lo más bajo hasta su habitación. Hasta que un día de otoño, digamos que un raro 6 de octubre para ser más exactos su padre decidió talarlo, el sonriente señor Smith se ofreció a ayudarle, aun que no comprendió por que su padre amaneció con un ojo morado esa misma mañana ni por qué su madre lloraba, aun que debía de ser porque jamás vio a seres más ineptos en la vida, como pudieron recibir dinero por cortar un árbol que le pertenecía a él, Tomas Hodrow, el árbol de la ventana, para convertirlo en el árbol del camino, y lo más sorprendente, es que esos ineptos trabajadores tiraron el poste del teléfono, seria por eso que su madre habría salido tan apresuradamente calculo él de la ducha, pues salió con todas las ropas mal puestas, y doy prueba fehaciente de que siquiera se había molestado en colocarse bien la ropa interior, y eso si, mi padre seguramente se golpearía también al dejar de leer el periódico por ojo rojo y la camisa de sangre procedente de la boca, pero volviendo al comienzo de todo, ya el joven Hodrow se convirtió y paso a ser por consiguiente el señor Hodrow, que antes pertenecía ese título exclusivamente a su señor padre, el que tal patoso fue al chocar al dejar de leer el periódico, ese mismo si.
Pues fue entonces ya 20 años de tan trágicas muertes que el nuevo señor Hodrow o como se le conoce ahora, el ermitaño de la colina, nos referimos a Tomas y no a John, es decir a su hijo, Hodrow jr. Y no a John Hodrow, por su extraña afición a vivir aislado y fabricando artilugios, pero cansado de estar solo cierto día se le ocurrió crear un hombre, alguien que cuidara de esto tras su muerte, y tal descabellada idea se le ocurrió mirando a una maquina que en lugar de manos tenia asombrosamente algo inverosímil, en efecto, la maquina en lugar de manos tenía dos largos tubos que expulsaban fuego, Tomas le puso nombre a esta formidable criatura, Samuele, Samuele manos de soplete dijo él, y comenzó a construirlo e instruirlo como si de un padre se tratase, primero comenzó montando el interior y la cabeza, el ya anciano Tomas le leía constantemente-“cuando está en casa de un invitado y este le ofrece una taza de té es adecuado aceptarla, ¿pero es adecuado aceptar una segunda taza de té? Pues no, la segunda hay que rechazarla…”-pero cuando parecía todo ya demasiado aburrido el anciano ingeniero sale por otra-“¿por qué no leer mejor algo de poesía?”-decía el anciano recitando alguna de las innumerables obras maestras que no sería preciso relatar en este escrito, pues nadie relataría un verso mejor que su propio autor de puño y mano ¿no cree?, a la gracia y peculiar lectura del verso tan gracioso el anciano rio, pero el aprendiza do alumno inanimado apenas, aun sin piernas sonrió levemente, y el anciano constructor dijo-“no tengas miedo amiguito, ríe, es gracioso” –y este sonrió con más ampliamente, formando un cálida curva en su blanco y pálido rostros, paso el tiempo y su cuerpo ya tenía piernas, pero un día el afán humano de aquel ser le incito a salir, al caminar por las calles del pueblo la gente le observo y le insulto, pero poco le importo, pues en medio de toda esa gente había una preciosa flor, en la que Samuele reparo, y fijamente miro, la joven al principio se asusto y su valeroso acompañante le opalizó, su creador lo recogió y lo subió de nuevo explicándole que dentro de poco podría ser fantástico con sus manos de verdad, humanamente normal, pero la tentación no pudo frenar a la joven, que subió a ver la mansión, cuando entro en el jardín vio innumerables esculturas de cristal y de metal fundido, en el centro de la entrada una enorme mano de cristal blanco, que con la luz solar producía rayos para todos lados de diversos colores.
Aquella misma noche el anciano constructor le hizo llamar, y a ese mismo instan le enseño un regalo, al sacar aquellas manos tan perfectas las acaricio con la punta incandescente de sus tubos lanzallamas, poco tardaron en derretirse y Samuele se asusto, el anciano constructor le dijo que no pasaba nada, ya se le ocurriría algo, pero aquella noche de invierno jamás despertó, sus ojos se cerraron para siempre y su alma descanso en su cama muy lejos de aquella mansión, su corazón se había parado, a sus 90 años ya, el mismo día de su cumpleaños, exactamente hacia 90 años, 0 horas, 0 minutos y 0 segundos su corazón se detuvo tan pronto como comenzó a funcionar dejando a aquel ser sin terminar, casi tres meses pasaron y Samuele siguió aislado, solo y sin amigos, pero aquella noche, como muchas otras Rosalie LeGaun hija de la familia LeGaun, que salía con el nieto del ya fallecido señor Smith entro en la oscura mansión, subió las escaleras en forma de caracol, y llego al tejado, allí había un maniquí tembloroso y asustado, escondido y desamparado, la joven de mejillas sonrosadas y pelo dorado hablo con armoniosa voz-“hola… me llamo Rosalie… Rosalie LeGaun… ¿Cómo te llamas?”- el salió a la luz de la luna y lanzo unas llamaradas encendiendo unas antorchas, ella se asusto y dijo-“lamento a ver molestado, ya me voy”-y cuando a punto estuvo de irse el hablo al fin-“no… no te vayas por favor”- dijo suavemente y ella se acerco, acaricio la mejilla de aquella extraña criatura que había amado desde el primer momento en que le vio, un amor extraño, imposible e irrefrenable, ella se percato de sus quemaduras-“¿qué te ha pasado?”-pregunto suavemente ella bajando su mano hasta su duro y cuerudo pecho, y apoyo su cabeza en su pecho de cuero y metal y susurro-“creo que me volví loca”-dijo ella cerrando sus ojos feliz en aquella criatura, pero nada dura eternamente, y cuando creemos que todo es algo solido y maravilloso se esfuma en nubes de algodón de azúcar como si de un sueño se tratara, pero esto no era un sueño, pues no había príncipe, sino bestia y no había bestia sino príncipe, pues la princesa se había enamorado cual mal embrujo al dragón poderoso que por sus manos escupe fuego, y aquel valeroso príncipe, Jake Smith subió la colina a zancadas siguiéndola y subió más a prisa las escaleras, aparto a Rosalie bruscamente lanzándola contra un montón de paja y miro a aquel extraño ser poniéndose un dedo en su sonriente boca mostrando sus dientes perfectos y hablo suavemente-“shh Samuele, no digas nada y te dejare mirar”-cosa que samuele no comprendió, y Rosalie mientras se agitaba y gritaba sin que Samuele entendiese nada Jake rajo el vestido de ella dejando su pálida piel al descubierto y mientras forcejeaba con la ropa interior de la joven unas palabras salieron de sus suaves labios-“Samuele, ayúdame por favor”-y sin pensarlo Samuele apunto a la espalda de aquel joven deseoso de sexo como antaño hizo su abuelo con la madre de su creador. Las llamas impactaron en la espalda del joven y este se retorció de dolor gritando y retorciéndose, entonces saco una pistola y apunto aun envuelto en llamas a Samuele, pero Rosalie se levanto y cogiendo un palo le dio en la mano, fue malo el azar que tras soltar la pistola unas pequeñas ascuas cayeran sobre la paja, la mansión comenzó a arder mientras Rosalie tiraba de Samuele, pero el dijo firmemente por tercera vez-“no me marchare, adiós Rosalie, adiós”-ella le beso y declaro-“te quiero, Samuele manos de fuego”-y se abrazo a él sin que nadie pudiera hacer nada por soltarla, mientras el joven Smith se estampaba ardiendo contra el suelo cual caca de paloma en un día de verano en el desierto, y mientras el techo se venia a bajo y el joven Samuele protegía de los tablones a su amada, las llamas les consumieron a ambos, dejando la maldición, derritiendo el cristal y salvando las almas tras con el linaje Smith acabar, y fue entonces cuando la humareda y las llamas alertaron a las gentes que apenados contemplaban como aquel ser imperfecto nació querido, vivió solo y murió acompañado, como cualquier persona normal, a pesar de tener dos manos que escupían fuego, cual dragón asustado el solo quería ser amado, y por fortunios del azar el príncipe salió malvado, y en un intento desesperado de arruinar tan magnífica historia de amor, una noche de invierno, ambos amantes perecieron juntos y amándose, y ya nada podrá separar las llamas del amor, pues cuentan que la casa entre las llamas se vio el rostro del anciano en ellas sonriente cual mono al ver a su creación viva en muerte y al fin inmortal en la quemada mansión que con amor le había creado.

1 comentario:

  1. Vale, reconozco que me pase con la historia corta XD hace mucho que no la releo, espero que os guste.

    Muchas gracias a quien se preocupo por leerla.

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