miércoles, 11 de noviembre de 2009

El Caballero Templario




Día a día nos resignamos a mirar tras a ventana vidriosa sin detenernos siquiera a pensar en la gente que pasa por delante de ella, mientras el agua cae, mientras las gotas de lluvia estallan en el suelo, mientras el día gris nubla la intelectualidad de la gente, corren sin fijarse con quien cruza, sin cerciorarse donde pisan, y al lado de que pasan, es bueno para deshacerse de las, como decirlo, infortunios que se cruzan en el camino de una persona, todo comenzó hace 10 años, comenzaremos con las presentaciones, mi nombre es Yosef Connor, el sol es algo que descarto entre mis preferencias, no, no soy un vampiro ni ninguna cosa así, solo que prefiero las sombras, ocultarme de la gente, y especialmente, me encanta las noches, es cuando tu verdadero rostro puede salir a pulular sin problemas alguno, pero ahora mismo volvamos a lo que interesa era un día lluvioso y nublado como cualquier otro en las calles de Edimburgo, hoy miles de forofos del Celtic y del Ranger se enfrentan, pero las cosas son distintas a como las pintan, me acerque a donde sabia que el aparecería, camine calmadamente y cogí mi coche conduciendo con calma, hacia 10 años que no sabía nada de él, aun que crean que es mentira o son cosas imposibles los templarios no desaparecimos, solo nos desperdigamos tras la caza que el rey de Francia comenzó contra nosotros, pero hace 10 años le encontré, el se encontraba sentado en una terraza disfrutando del sol que proporciona muy de vez en cuando mi amada Escocia, Charin de Quebec el gran señor actual de la única rama organizada templaría, pero su mente se había desviado del rumbo cierto de las cosas, perdió su fe y ahora lo paga con el resto de la gente, el deseo propio de poder y de requerir el santo grial para si y sus perversas intenciones, su enorme empresa, nombre que omitiré claro está, desea con un único objetivo el grial, lo requiere para encontrar la paz, pero no una paz noble, sino una paz en la que todos obedezcamos como borregos, sin poder resistir sin poder luchar, sin oportunidad ni emociones, solamente con un fin, obedecerle a él, y sabia donde estaría, pues yo había sido su contacto sin que el supiera, y la espada de mi antepasado Francique de LeBerau serviría como mazo sentencia torio en este juicio en el que dios será juez, abogado y verdugo, pues el guiara mi espada y detendré sus malvados planes, había sido poco inteligente, pero era necesario, la plaza estaba atestada de Hooligans y de otras gentes, en cuanto le vi mi gabardina empapada se escurrió, el me vio, y desenfundo su espada, de mango dorado y hoja brillante, en un abrir y cerrar de ojos nuestras dos hojas chocaban con tremenda fuerza saltando chispas.
La gente corría de un lado a otro y ya no por la lluvia, en tan solo 5 minutos tendría a al menos 2 patrullas de policía bien armadas y seguramente dispuestas a disparar, mi vida no sería desperdiciada con balas, pues tenía otro objetivo, y no era vivir, sino morir, morir saltando por el mirador al oscuro vacio decidido a desaparecer en las gélida aguas con las espadas templarías, gire rápidamente y las piernas de Charin se despegaron del suelo esquivando la hoja de mi espada, el no dudo y lanzo a matar, pero con agilidad me moví y su espada desvié certeramente de su objetivo, que era mi pecho, me moví a la derecha amagando y le corte en el costado, el callo de rodillas y cuando su vida se escapaba en mis manos a mi merced lance mi hoja sin pensarlo, para desramar la infesta sangre que ya poco distaba de ser la sangre templaría que su antepasado había tenido y había recorrido sus venas con la única intención de proteger a todos, pero cuando el filo de mi hoja estaba a tan solo 5 centímetros de mi objetivo fue detenida por otra, una negra como el carbón, y de empuñadura plateada, solo una persona podría llevar tal aberración, y él era Sir Alfred, el detuvo mi espada y me miro fijamente a los ojos, sus ojos azules siniestros contrastaban con su pelo azabache, eso me helo el alma y decidí hacer algo, pero ese hombre era un diestro luchador pero mis cuentas en mi prodigiosa cabeza no paraban, tenia 3 minutos madamas para matarle y desaparecer en las gélidas aguas, así que lance la espada hacia atrás dispuesto a matarle, me dejase Sir Alfred o no, pero cuando estuve a punto, la sangre de otro templario mancho el suelo, Sir Alfred había clavado su espada en mi pecho, notaba mi vida escapar, se arriesgaba a desaparecer, el debería hacerlo como yo, pero rápido fue, como al sacarlo corto frondosamente el hombro de Charin, dejando ambas vidas escapar, manchando el suelo, rápidamente tapono las heridas y limpio la sangre, 1 minuto, las sirenas se escuchaban a lo lejos y el nos arrastro lentamente lanzándose con nosotros a las gélidas aguas, a medida que voy cayendo y voy hundiéndome en las gélidas aguas recordé una frase que alguien me dijo, "Si mueres por causa justa salvando a algo, no morirás, sino vivirás eternamente", y Sir Alfred lo consiguió, deteniendo a un asesino y a un ser que a desvelado cosas inconfesables, y hoy en día, y mañana, y dentro de 1000 años los templarios le recordaran, algún día se unificaran de nuevo, pero hasta que eso llegue mi vida se escapa mientras me sumerjo.

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